domingo, 9 de marzo de 2014

Reseña Her

Enamorarse es algo de locos. Es como una forma de locura socialmente aceptada.

Detrás del minimalismo cómico y natural que tiene Her, Spike Jonze cuenta una historia muy madura e increíblemente real.




Director: Spike Jonze.
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt, Sam Jaeger, Portia Doubleday, Alia Janine, Matt Letscher.
Año: 2013.
Duración: 126 min.
Género: drama romántico, comedia.

Sinopsis: En un mundo donde la tecnología está prácticamente implantada y de la mano del hombre, Theodore (Joaquin Phoenix), un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, el OS1, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, empieza a entablar una relación amorosa con Samantha (voz de Scarlett Johansson), la voz femenina de ese sistema operativo.


La belleza de Her reside en que es una historia poco convencional pero muy convencional. Es un perfecto anacronismo. Al principio creerás que es una historia cómica imposible con un trasfondo dramático, pero es muy real, adulta y profunda. Situándonos es un futuro próximo, donde la tecnología alcanza un nivel más en la simbiosis hombre-máquina, la sociedad no es capaz de vivir sin las necesidades informáticas que se les prestan y no puede separarse ni trabajar sin alguna ayuda (claro, los que se dediquen a un trabajo para los que se requiera tecnología). Un increíble sistema informático universal está a nuestro alcance, nos lee los corres electrónicos, podemos redactar mediante la voz mensajes y cartas sin necesidad de teclear y podemos chatear también vocalmente. Todo esto se presenta con una luz bucólica y minimalista, un diseño sencillo y luminoso atrayente que fascina. Esta exposición imaginativa de la tecnología a mi me ha maravillado. Cuando se desarrolla el sistema operativo con inteligencia artificial OS1, se da otro nivel más en esa relación de la tecnología con el ser humano. Es un sistema que se adecúa a cada usuario e interactúa con él; puede llegar a ser tu mejor amigo o incluso algo más.

Aquí es donde podemos empezar a hablar de Theodore, un hombre deprimido, a punto de divorciarse y que según él mismo lleva mucho tiempo sin ser social. A pesar de ello es un ser dulce y nada complicado que sólo quiere alguien con quien hablar para no sentirse solo, pero no puede ser un cualquiera; debe ser alguien que le comprenda. Su trabajo, aunque lo hace estupendamente y es aplaudido por ello, no le hace inmensamente feliz, y siempre está decaído y poniéndose canciones melancólicas, lo que no le hace salir del bucle. Cuando se instala el OS1, su vida dará un cambio radical despacio y natural hacia otro punto de vista sobre su vida. Samantha, así es como se llama su sistema operativo de inteligencia artificial, se convierte rápidamente en su amiga y confidente, en alguien con quien hablar sea cuando sea y con quien se entiende perfectamente. Esta relación dará un paso más cuando Theodore se de cuenta de que sienta algo por una máquina, pero que parece que es tan vivo que no le importa. Samantha evolucionará, habiendo momentos en los que cree que es tan real y de carne y hueso como Theodore. Es la historia de un humano un poco máquina y una máquina un poco humana.

Theodore es un hombre rodeado de las mujeres que conforman su vida a las que no comprenden, por lo que ellas (menos su amiga Amy, con la que comparte similitudes en su forma de ser) tampoco llegan a entenderse con él, hasta que llega una voz femenina dentro de un sistema operativo que sí le entiende. Todo este rollo romántico de hombre se enamora de máquina y viceversa parece muy irreal, que no puede ser posible, pero vivimos en una sociedad que aunque no tan avanzada tecnológicamente como la presentada en la película, vive su día a día compartiendo cosas y hablando casi cada día con gente a la que no conoce en persona, amigos e incluso parejas sentimentales que se han formado a través de la red. La película es una metáfora perfecta de este hecho, presentado con una historia poco convencional que en verdad es algo natural.

Jugando con un guión hilarante, brillante, fresco y emotivo, pero a la vez maduro, realista y dramático, merecedor del Oscar a Mejor guión original, vivimos de primera mano el día a día de Theodore y Samantha, cómo las bases de su relación se cimientan, asientan y evolucionan, con sus mejores y peores momentos. Es una amistad tan ''sencilla'' que emocionan las conversaciones tan naturales y sentimentales que tiene el uno con el otro hasta llegar al punto crítico de ''El qué dirán da igual. Lo nuestro está bien, es normal''. Lo más importante para el espectador es abrir su mente y comprender lo que está viendo, no quedarse en lo imaginativa y poco real que hace parecer su cascarón. Dentro se arremolina tal cantidad de elementos con una moraleja tan verdadera que es una lástima quedarse en la superficie. Spike Jonze, innovador, personal y con una absorbente sensibilidad, sabe de lo que habla, lo expone con una belleza sin igual en la que es su película más íntima y observadora.

Lo bueno de los personajes es esa evolución de la que hablaba arriba: Theodore se apoya en Samantha para salir del agujero abismal en el que se ha metido tras los meses de divorcio (los papeles siguen sobre la mesa y sin firmar, porque es bonito estar casado y compartir tu vida con alguien) y llega a ser una persona totalmente diferente, quizá esa persona que no conocemos, la de antes de empezar el film, y del que podemos ver pequeños momentos en forma de flashback. Por su parte, Samantha empieza a ''sentir'' que se convierte en algo que va más allá de lo que la programaron; su hiper-inteligencia la llevo a un nivel de sensibilidad cercano al del ser humano, y eso la asusta, pero a la vez le emociona sentirse viva, sentirse más y más cerca de Theodore. A su vez, esta impresionante y ilusoria evolución de Samantha hace que Theodore se cuestione la realidad de su relación, porque por una vez en su vida necesita equilibrio y sinceridad en su vida. Su relación tiene altibajos, pero la unión es tan potente y eficaz que llegan a comprenderse incluso en sus peores momentos.


Hace falta hablar del papel secundario que ofrece la excelente Amy Adams: sencilla, coqueta, personalmente muy parecida a Theodore y diseñadora de videojuegos, Amy es vecina del protagonista, y al final llegará a ser una pieza imprescindible de la historia. Chris Pratt también se deja ver por ahí como compañero de trabajo de Theodore, y Olivia Wilde, otra de las mujeres en la vida del  personaje de Joaquin Phoenix, hace un pequeño cameo como otro intento de Theodore por socializarse. Rooney Mara juega el papel de la ex-mujer de Theodore. El conjunto actoril con el que se nos obsequia roza la perfección. Son unos personajes muy bien perfilados, con sentido, tanto los secundarios, que dan apoyo y continuidad a la historia, como al dúo protagonista. Podemos percibir muy bien ese cambio en Theodore a través de Joaquin Phoenix, un actor que da por sentado su capacidad de meterse en cualquier personaje, y uno como Theodore es perfecto para él. Y aunque Scarlett Johansson no de la cara, presta su voz a Samantha y la hace estar muy viva; el corazón se te encoje con los cambios que experimenta, con cómo se siente y la euforia y tristeza que llega a albergar.

Una dirección magnífica, dejando claro que Jonze puede hacer malabares en guión y dirección sin mostrar altibajos en ninguno de los dos. El diseño fotográfico y la escenografía son impecables; un juego de luces y unos contrastes muy naturales, sin enrollarse demasiado. Nada resulta cargante, todo está en su sitio por una razón y se crea un ambiente abierto y sencillo (se puede respirar perfectamente el aire de la ciudad, la brisa de la playa o la fina ventisca de la nieve, además de sentir el calor de la cama o el grisáceo escalofrío de un piso casi vacío, estático). La narración de la película y su avance es constante; si piensas que se hace lento, pesado o que avanza despacio, error. Una película no va ni rápido ni lenta; ambos conceptos quieren decir que el guión o la forma de ver la historia no están cuidados, y en Her no se da tal caso. Es realmente divertida; tiene sus puntos de comicidad fácil, esos en los que sabes que te vas a reír, y además tiene cierto punto de humor negro y a veces inesperado con los que te quedas un momento en shock y pronto reaccionas con una carcajada. Pero lo mejor es que no se queda ahí y Spike Jonze, al saber de lo que habla, necesita mostrar que como no es una historia muy convencional a pesar de su flujo de realidad, el drama tiene un importante papel, y siempre está presente, ya sea descaradamente o con disimulo. Sin duda es un trabajo exquisito, bien planteado y desarrollado. Para concluir, me meto en materia musical. Arcade Fire junto a Owen Pallett abrazan con una manta casi imperceptible algo de lo que ella misma goza; un sentimiento de sencillez, luz y aire bucólico. A pesar de estar en una sociedad que podría resultar fría por tanta tecnología (en cierto modo lo es. La tecnología hace que las relaciones persona-persona se distancien un poco, aunque abran muchísimas puertas), el mensaje de la película es claro. Sólo hay que abrir el corazón y comprenderlo.

No lo olvides: la creatividad y el modo que tiene Spike Jonze de contar una historia tan real como asombrosa; Joaquin Phoenix ofrece una actuación muy emotiva, dulce y personal. Su guión es magnífico, es divertido y emocionante.
Olvídalo: no tengo nada malo que añadir. Quizá que haya gente que no llegue a comprenderla en su plenitud y que se estanque en uno de sus innumerables puntos sin ver los otros, dejando su punto de vista incompleto.

En conclusión: es un perfecto anacronismo de una película romántica dulce y sencilla pero a la vez seria y conmovedora. Muy convincente, Her de Spike Jonze es visionario y algo nuevo, algo creativo y original.

NOTA: 9/10

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