jueves, 20 de febrero de 2014

Reseña La gran estafa americana (American Hustle)

La gente cree lo que quiere creer.

American Hustle no es la mejor película del año, resulta a veces fría y pesada, pero pasas un buen rato con ella, con sus casuales bromas y da gusto el quinteto que conforma el elenco principal.





Director: David O. Russell.
Intérpretes: Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Louis C.K., Michael Peña, Jack Huston, Shea Whigham, Paul Herman, Saïd Taghmaoui, Robert De Niro.
Año: 2013.
Duración: 138 min.
Género: Comedia negra, drama, basada en hechos reales.

Sinopsis: Un brillante estafador, Irving (Christian Bale), y su astuta y seductora compañera, Sydney (Amy Adams), se ven obligados a trabajar para un ambicioso y excéntrico agente del FBI (Bradley Cooper) que los arrastra al peligroso y atractivo mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey para conseguir fama y reconocimiento a base de estafar y engañar a los políticos que caigan en sus redes. Engaños amorosos, esposas locas (Jennifer Lawrence) y humor.


Tuve la suerte de que pusieran American Hustle en ese apetecible y bien recibido ''martes al cine en vose'' del cine de mi ciudad, y una gran verdad que me atrevo a decir es que creo que si la hubiera visto doblada, me hubiera sido menos amena y entretenida. Conocido en España como La gran estafa americana, la película goza de una buena ambientación, un gran reparto, pero también de varios contras que hacen que el conjunto de tales elementos no sea tan apetecible como se pintaba. No digo que no me haya gustado (le pongo un 7, yo, la mega positiva), pero deja mucho que desear...

 (¿Soy yo o guiño al plano dentro de un maletero creado por Quentin Tarantino?)

Estamos ante una historia sobre engaños, manipulaciones, policías, mafiosos, estafadores y chicas guapas. American Hustle, basada en hechos reales, muestra todo este mundillo situado en los años 70 en un más que perfecto ambiente y con un vestuario ideal (al principio los peinados me resultaban demasiado falsos y jocosos, pero luego una se acostumbra y hasta le hacen gracia sana y positiva). Goza de una escenografía y decoración muy cuidadas; tiene una fotografía bastante normal, pero con algunas rotaciones y seguimientos de cámara que llaman la atención; la música, uno de esos elementos tan imprescindibles desde hace años, nos transporta a esos años de bisoñés, terciopelo, laca y camisas abiertas con grandes solapas de la mano de Tom Jones, Donna Summer y los Bee Gees... Pero no llega a ser una película demasiado espectacular como para ser recordada. David O. Russell pierde esa luz personal con la que brillaban El lado bueno de las cosas o The Fighter, las dos películas anteriores a esta. Está bien dirigida, no digo que no, pero no se respira ese ambiente personal que tenían las otras, es más fría. Tiene una trama que se vuelve enrevesada y donde los personajes poco a poco pierden personalidad y no llegan al espectador. El guión es fresco, con toques cómicos divertidos que sacan más de una carcajada, que sabe narrar una obsoleta y difícil historia de amor llena de engaños, auto-engaños y excesos de manera seria y que te dejan pegado al asiento, confuso y con ganas de saber con quién acabará cada uno, cómo y por qué, y también algunos momentos de los engaños y chantajes que se llevan a cabo resultan atractivos, pero tampoco es una maravilla reluciente e impoluta; el contenido político hace a veces demasiado denso el contenido y pausado el avance del metraje. Creo que la falta de banda sonora original (a cargo de Danny Elfman) hace que a veces se tenga la sensación de pesadez, porque hay escenas a las que un poco de música instrumental no le vendría mal. A pesar de esa impersonalidad peligrosa a la que se acercan los protagonistas conforme avanza la trama, los magníficos actores que componen el elenco principal, además de alguna intervención oportuna de secundarios, dan fuerza y consiguen llegar a puerto la película en el final. Ellos salvan a duras penas American Hustle, que a mi me parece está un poco sobrevalorada por el renombre que componen director y actores. Todo esto no quiere decir que no me haya gustado; se pasa un buen rato, te ríes, disfrutas de las actuaciones sobre todo de Cooper, Lawrence y Bale y de un vestuario y ambientación magnífica, pero no me parece lo suficientemente buena como para haber sido tan reconocida.


David O. Russell junta a los dos dúos que ya pudo dirigir en su momento en The Fighter y El lado bueno de las cosas, esto es, Christian Bale y Amy Adams por un lado y Bradley Cooper y Jennifer Lawrence por otro. A esto se une además Jeremy Renner, concluyendo así el círculo de protagonistas. Son sin duda la mayor razón para ver American Hustle y lo que más se puede recordar, a pesar del nefasto desarrollo que tienen sus personajes y lo insulsos que pueden resultar a veces (con excepciones). Metiéndonos en materia, vamos por orden, el que he impuesto al principio de este apartado. Christian Bale se podría decir que es el más protagonista de la película, el punto de partida, la línea de salida. Interpretando a Irving, un estafador de los buenos, de esos que pasan desapercibidos y al que no consiguen llegar, hasta que lo hacen... Las transformaciones físicas de Bale ya son costumbre, son unas de sus marcas de casa, y con ellas demuestra que es capaz de meterse en cualquier papel y de bordarlo. La lástima es que aquí pasa de tener mucho protagonismo en la primera mitad a perderlo en la segunda y recuperarlo un poquito al final, estando desequilibrado el peso de su presencia. Lo mejor es que es el personaje que mejor se mantiene en su línea junto a Bradley Cooper, y también el más profundo, el que experimenta un cambio en su forma de actuar y de juzgar lo que pasa a su alrededor, al que llegamos a comprender y del que nos compadecemos a pesar de sus acciones.

Amy Adams es la femme fatale nada más comenzar American Hustle, pero ahí se queda, en una mujer realmente atractiva que no es capaz de hacer mucho más. En la primera mitad del film goza de inteligencia, de ser una mujer que sabe manipular (algo que no se pierde, pero que no se refleja lo suficiente más adelante como para prestarle atención) y actuar, pero luego se pierde en sus prominentes escotes y en el juego de dos bandas, quedándose a mitad de camino.

Bradley Cooper para mí es el alma de la película (podría decir lo mismo de Lawrence si hubiera tenido más presencia...). Su personaje, ambicioso, excéntrico, impulsivo y el toca-pelotas personal de Irving queriendo estar siempre por encima de él. Es divertido, el que más (no desprecio para nada esas miradas y movimientos discretos de cabeza de Bale, ese humor tan especial que no necesita decir algo para que te haga gracia. Esto es algo que pasa cuando conoces muy bien a un actor), tiene carácter, tiene peso y pega fuerte cada vez que está en pantalla. La carrera de Cooper como actor está dando un estirón tremendo, y aunque con Jared Leto, Jonah Hill y Michael Fassbender en la categoría de Mejor secundario dudo que él tenga posibilidades (quién sabe, siempre se dan sorpresas y esas cosas), se merece toda mi admiración y mis buenas palabras su actuación en esta película.


Jennifer Lawrence, LA mujer. No creo que haya nadie que dude de su poder interpretativo a estas alturas, y nominada a Mejor secundaria este año por esta película, con todas las de la ley, no me gusta tanto como Lupita Nyong'o en 12 años de esclavitud, pero esta señorita es todo un portento. Recurriendo de nuevo a un papel de una persona excéntrica como ya pasó en El lado bueno de las cosas (tanto ella como Cooper siguen esa línea aquí), Jennifer interpreta a la mujer de Irving, la cual está un poco ida, casi quema su casa dos veces y no le importa decir tacos delante de su hijo (el niño ese es un amor, tenía que decirlo, y eso que sólo habla un par de veces). Lawrence divierte (limpiando la casa a ritmo de Live and let Die, ese momento), encandila, atrae y sobre todo gusta. No sé si se llevará el Oscar, algo que no me parecería mal aunque prefiero que lo recoja Nyong'o, pero le queda mucha carrera por delante y todavía muchísimo tiempo en el que seguiremos hablando muy bien de ella.

Y por último llegamos a Jeremy Renner, otro hombre que con una mirada, un gesto o un What the fuck is that, men? (de verdad que agradezco haberla visto en vose. Además, los tacos y las palabras malsonantes suenan mucho mejor y son más divertidas en inglés) ya me hace gracia. Quizá sea el personaje (masculino) más impersonal de todos, el menos destacable, pero también es el personaje más benevolente, más honrado y el que se ve envuelto en la gran estafa americana. Renner no luce aquí tanto como podría haberlo, pero es un buen actor, algo que a mi me demostró ya en El legado de Bourne, por nombrar una.


No lo olvides: Cooper bailando; Cooper con rulos; Cooper tocándole la cortinilla (y la moral) a Bale; simplemente, Bradley Cooper; Lawrence y el microondas; simplemente, también, Jennifer Lawrence; básicamente para mi este dúo de actores ha sido lo mejor de la película y le ha dado vidilla y chispa al escenario y al guión; hay planos y sobre todo recorridos de cámara realmente buenos, una banda sonora potente a base de temas setenteros que a todos nos gustan y hay toques de humor sencillos y eficaces.
Olvídalo: a pesar del enorme potencial del personaje y de la luz propia con la que brilla Jennifer Lawrence, no se le ha dado el protagonismo debido, sólo unas cuantas escenas donde se hace valer y ya; y Amy Adams tendrá unos escotes de muerte, pero es la más sosa del reparto y no entiendo su nominación como Mejor actriz. La película llega un punto que resulta larga y confusa, donde los personajes no transmiten nada y resultan impersonales y poco cercanos al espectador (para nada esto es un fallo de los actores). El abuso que se hace al principio de la voz en off resulta irritante, y menos mal que con el paso del tiempo se va disminuyendo su uso.

En conclusión: una película que se puede disfrutar, con la que pasas el rato y te ríes la verdad que muy de vez en cuando, pero ni de lejos puede hacer sombra a El lobo de Wall Street (con la que se ha comparado) ni puede plantearse como Mejor película en los Oscar. Con American Hustle David O. Russell se ha alejado de esa prometedora senda en la que llevó El lado bueno de las cosas (personal, íntima, sencilla, emotiva, eficaz, entre muchas otras cosas...) y se ha acercado a lo fácil, comercial y excesivamente llamativo, y debería dejar de ir por ahí, porque el resultado, aunque prometedor en principio, no es el deseado.

NOTA: 7/10

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